Autor: Franklin Rúveda
Me gusta ser jangadero
porque es muy lindo, chamigo.
Mirar de lejos la costa
y estar en medio del río.
Y más, si no me remolcan.
En las jangadas, yo cuido
que al largarnos para abajo
sigan bien por su camino,
porque de todas respondo
como si fuera lo mío.
A mí también como al tronco
me lleva el agua consigo,
pero tengo el botador
para escaparle al peligro.
Y después, cuando le escapo,
yo le pego un alarido…
Dejen nomás que nos lleve,
para llegar a destino.
Me gusta ser jangadero
porque es muy lindo, chamigo,
que te arrastre la jangada
y no perder el dominio.
Que aunque las aguas me llevan,
yo voy de pie sobre el río.
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